Faltan dos semanas para que comiencen las ansiadas vacaciones de invierno. Del 13 y al 26, los docentes tucumanos -junto con sus colegas de Salta, Santa Fe, San Luis, San Juan, Río Negro, Misiones, Entre Ríos, Formosa y La Pampa - podrán tomarse un respiro de lo que significó, para la mayoría, los cuatro meses más estresantes de su vida laboral.
“Los docentes hemos triplicado nuestro trabajo. Para muchos ha significado un gran desgaste y agotamiento mental y emocional, transitado en la incertidumbre y el miedo al futuro. Por eso esperamos con gran expectativa estas vacaciones para poder recuperar fuerzas para afrontar lo que se viene: el retorno a las aulas, que según la Nación podría darse en agosto, si la curva de contagios lo permite”, reconoce la docente Cecilia Sáenz, directiva de un colegio privado.
Antes del receso, el 7, los docentes harán una evaluación de lo que va del año escolar, en la primera jornada institucional 2020 (se informa por separado). “Será un hacer memoria del camino recorrido en este tiempo de aislamiento social, en lo que se refiere a la trayectoria de los alumnos. También se verá cómo planificar el acompañamiento a los alumnos que, por diversos motivos, no han podido tener acceso a los contenidos educativos, con el fin de poder nivelarlos. Vamos a pensar y a consensuar el modo de regresar a las aulas”, explica.
La semana pasada, la Nación presentó una propuesta de protocolos para la vuelta a las aulas, que las provincias deberán adaptar a sus realidades, sin salir de ciertos límites. Tucumán todavía no presentó el suyo, y lo hará luego de que el documento sea aprobado en el Consejo Federal de Educación.
Al límite de las fuerzas
Tras medio año lectivo que puso a prueba la creatividad y el esfuerzo de los docentes, muchos se sienten “al límite de sus fuerzas”. “Tuvimos que inventar una nueva forma de enseñar en medio de una de las peores crisis que vivió la humanidad, en medio de la angustia por preservar la vida y la incertidumbre que nos llena de interrogantes. Aún así nos pusimos al hombro este desafío”, admite Graciela Jatib, docente del nivel secundario.
“Hemos implementado una metodología de salvataje, improvisando acciones desde nuestras posibilidades y la de nuestros alumnos. Hemos luchado con el obstáculo de tener que dar clases desde hogares saturados y llenos de conflictos; hemos aprendido una nueva temporalidad que nos llevó a perder nuestros ratos libres”, reflexiona. Sin embargo, está conforme. “Personalmente, siento que he logrado contener emocionalmente a mis alumnos y creo que ponernos a tono con lo académico será posterior a esta crisis”, piensa.
“Lo único que espero es que no se implemente un protocolo de seguridad que agudice las diferencias sociales entre los alumnos. Hay escuelas que ni siquiera tienen agua”, advierte.
Muchos padres, sobre todo los que comunidades vulnerables, han presentado sus temores a los maestros. “A mí me dijeron que no quieren que sus hijos regresen a la escuela si no están dadas las medidas de seguridad. Es un sentir de muchos papás y también de docentes”, advierte la maestra Daniela Jurado, de la escuela de La Costanera. Todo indica que la incertidumbre seguirá acompañando a la humanidad por varios meses más.